Juan Ramon Garai y Josuren Murgizu Intxorta | 1937 Kultur Elkartea
Los municipios de Debagoiena, salvo Elgeta, cayeron en manos de los fascistas entre los días 21 y 26 de setiembre. Para entonces, la mitad de la población se había visto obligada a huir hacia Bizkaia. El General Mola, llevando a cabo su plan, había decidido utilizar una ola de represión. Se trataba de provocar la máxima sensación de terror entre la ciudadanía de Debagoiena por parte de los que se sublevaron para derrocar con armas la II República. Los franquistas que entraron en Arrasate, Bergara- Osintxu, Eskoriatza-Marin, Leintz-Gatzaga, Aretxabaleta, Antzuola y Oñati, pusieron en marcha esta terrible represión desde el primer día.
Tan sólo entre los meses de setiembre y noviembre del 36, cientos de personas civiles fueron detenidas, de ellas 65 fueron fusiladas, entre las que se encontraban. 6 mujeres y 4 curas. La mayoría eran trabajadores y baserritarras. Además, otras 60 personas, civiles y milicianos-gudaris, fueron fusiladas las primeras tras ocupar Elgeta, y las segundas tras ser apresados en el frente.
La represión franquista, aceptada y defendida por las autoridades y mandos, estuvo avalada por militares, requetés, curas, falangistas, alcaldes... Acusaciones falsas o sin ninguna prueba, se sucedieron durante y después de la guerra.
El 21 de septiembre es tomada Antzuola. Al día siguiente, entran en Bergara y Soraluze dos grupos de la columna del teniente coronel Los Arcos; el grupo del capitán Tejero, compuesto por seis compañías del Regimiento América, irá a Bergara; y el grupo del comandante Perez Salas tomará Soraluze, con cuatro compañías del Tercio Montejurra y dos compañías del octavo Batallón de Montaña.
Fusilamientos sin juicio y personas detenidas sin motivo. El primer fusilado y desaparecido: sobre el mediodía del día 22 de septiembre un taxi procedente de Arrasate, con un joven conductor portando una bandera roja, entró en la población sorpresivamente, sin darse cuenta de que el pueblo estaba ya en manos de las fuerzas rebeldes. Cruzando todo el pueblo hasta el barrio de Zapaterikua, fue detenido en el control que estaba montado para entonces. Testigos presenciales vieron después, cómo a la altura de Ozaeta era trasladado y escoltado por cuatro requetés, hasta el lugar donde fue «fusilado» por los mismos, en el viejo frontón de Altos Hornos de la Unión Cerrajera. Por la noche, el «fusilado» que sobrevivió a las heridas provocadas por los disparos, se arrastró como pudo hasta un caserío. Al día siguiente, enterados los franquistas de lo ocurrido, nuevas fuerzas vinieron por él y lo trasladaron en su propio coche ya confiscado hasta Descarga, donde al parecer fue fusilado y enterrado.
El segundo fusilado y desaparecido: Gregorio Larrañaga Aranzabal, natural de Angiozar, fue detenido y trasladado hasta la cárcel de Bergara, donde estuvo preso hasta su traslado a un lugar desconocido. Gregorio mencionó en una de las visitas que no viniesen más puesto que le trasladaban a la cárcel de Pamplona. Los individuos encargados de su conducción pertenecían a las fuerzas voluntarias del entonces coronel Don José Los Arcos Fernández. A partir de aquí se pierde su paradero.
Los cinco restantes: El 20 de octubre de 1936, los requetés navarros del Tercio Montejurra, detienen a siete personas civiles en Osintxu tras la delación de algunas personas, vecinos de su propio barrio. El primero de ellos, Ambrosio Agirre, fabricaba sidra. El delito que pesaba sobre él era que los milicianos habían estado en su caserío. A continuación, fueron detenidos tres ferroviarios, Jose Garaikoetxea, Ricardo Zangitu y Rufino Akizu. Los hermanos, Tomás e Ildefonso Iñarra, correrían la misma suerte, siendo apresados en la fábrica en la que trabajaban. El panadero, Felipe Garmendia, completa la lista. Mientras éste último, sería liberado por un cacique del pueblo, los otros seis fueron conducidos a un lugar denominado Paris Gain para ser fusilados. Tomás, Idelfonso, Rufino, Ricardo y José caerían bajo las balas pero Ambrosio consiguió escapar.
Tras la guerra, sus familiares nos dicen, los osintxutarras fueron sacados de esta misma fosa en Descarga. Siguen desaparecidas las otras dos personas.
75 años después, en la misma fosa de Descarga y con la colaboración de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, hemos empezado a buscar los últimos restos de los fusilados por aquellos fascistas que se alzaron con las armas, la mentira, el terror y los asesinatos contra la Segunda República.
Una causa pendiente. Comisión de la Verdad de Euskal Herria: El coronel José Los Arcos Fernández, El comandante Julio Pérez Salas y el capitán Tejero, todos ellos mandos franquistas en aquel momento en Bergara y Osintxu, han gozado de una total impunidad hasta el momento. Nadie les ha exigido, nunca, ninguna responsabilidad, ni por el asesinato de estas 7 personas ni por ninguno de sus crímenes.
Es hora de poner en marcha la Comisión de la Verdad de Euskal Herria para dar paso a una verdadera investigación que saque a la luz todo lo ocurrido.