Sacado del artículo "Mujeres en las trincheras" de Mikel Rodriguez
Historia 16 nº 349 (Mayo 2005)
...Conocemos poco de aquellas combatientes, prácticamente sólo el nombre de algunas que murieron. En los combates de julio y agosto en Peñas de Aia, donde los milicianos habían frenado a las columnas navarras que intentaban llegar a Irún, murieron por lo menos tres mujeres: Mercedes López Cotarelo, Pilar Vallés Vicuña y la Riojana. Otro combatiente, Marcelo Usabiaga, recuerda cómo se produjeron aquellas muertes:
Mercedes López era una camarada comunista que había marchado a Pikoketa con un grupo de milicianos, entre ellos mi hermano, recién afiliado a la Juventud Comunista, que también lo fusilaron. Al igual que fusilaron a su novio, que no debía estar allí, pero que fue a verla cuando nos relevaron del frente. La posición la tomaron los requetés al amanecer. Fue trágico, sólo se salvaron los que salieron corriendo monte abajo. Hubo uno que se metió en un matorral, no se atrevió a correr más para que no le disparasen.
Debajo del matorral escuchó todas las conversaciones, oyó como los fusilaban. Se llamaba Alejandro Colinas, que luego fue piloto durante la guerra. En la lápida del cementerio de Irún están los nombres de los 17 fusilados en Pikoketa. Mercedes, otra chica y todos los demás: gente de la JSU, carabineros, pescadores gallegos y algunos ferroviarios de Madrid que se quedaron incomunicados en Irún cuando la sublevación militar".
El periódico Frente Popular dedicó un artículo a la muerte de estas jóvenes. Curiosamente también queda la versión que desde el otro bando se hizo de esta ejecución. El capellán carlista Policarpo Cía relata su fin sin demasiada caridad cristiana:
Los defensores eran 18. Carabineros, trabajadores del ferrocarril y unos jóvenes de Irún, ayudados por dos mujeres que no tendrían 20 años. Todos ellos recibieron la pena de muerte porque confesaron que con sus tiros obstaculizaban el avance de nuestras tropas. Algunos pedían perdón mientras los requetés saboreaban las mieles de la victoria. Yo les di a los 18 la noticia de la pena de muerte.
Mi función más importante era salvar el alma de aquellos desdichados. Hice todo lo que pude. Recé a Dios pero, como estaban muy mal preparados, solo 4 cedieron a mis peticiones, ruegos y amenazas. Todos los restantes renegaron de Cristo y lo más escandaloso fue lo de esas dos furcias: burlándose de Dios, levantaron el puño y gritando "¡Viva Rusia!" recibieron la mortal descarga".
En otros sectores murieron más milicianas. En el frente del río Oria cayó la libertaria donostiarra Mercedes Martín. Llama la atención su juventud, sólo 16 años. Otras bajas hasta carecen de nombre porque sólo las conocemos por el testimonio de quienes las enterraron. Una miliciana en el barrio de Angiozar (Bergara) que fue la última que defendió la posición, aquella a quien los vecinos encontraron muerta en Arrieta a un lado del camino tras la retirada del monte Sollube...
Algunas de estas luchadoras nos dejaron su testimonio. Casilda Hernáez, donostiarra nacida en 1914, disponía ya de amplia experiencia revolucionaria, pues había sido condenada a 29 años por los sucesos de 1934. Estos son sus recuerdos:
Tomé parte en las operaciones como colaboradora. Y no con las manos en los bolsillos. Lo que aquel entonces se conocía por miliciana. A mí no me gustaba ese nombre. Yo me denominaría más "revolucionaria" o "luchadora". Los de la CNT fuimos a luchar a Peñas de Aia. Unos requetés que teníamos presos me miraban sorprendidos. Sus miradas eran expresivas: "¿Cómo? ¿Una mujer también aquí? ¿En lo más alto de los montes, con un fusil al hombro?" (...) Eramos ignorantes en el arte de la guerra. Nos ganaba la pasión enorme de creer que hacíamos un servicio ineludible, una acción indispensable para la revolución.
En Peñas de Aia, como a todo ser viviente que se encontraba allí, no me quedaba otro remedio que participar en los combates. En el episodio de Peñas de Aia nos encontramos las milicianas, no muchas, pero demasiadas, porque con la mayor parte de ellas se ensañaron los requetés cuando cayeron prisioneras al perder esa posición estratégica (...) Una de esas bajas era amiga suya: Otra pérdida que sentí mucho fue la de mi amiga y compañera "la Riojana", cogida prisionera en el frente de Oyarzun, en el camión blindado que iba a atacar al enemigo".
Anita Sainz, nacida en Billabona en 1917, de las Juventudes Libertarias, combatió en Irun:
"La retirada fue una de las más penosas que pueden recordarse. Los catalanes nos habían mandado armas, tres vagones, y otro vagón con bombas de mano. Los asquerosos de los franceses no nos las entregaron".
Logró salvarse cruzando el Bidasoa ni sé cómo, porque no sabía nadar. Llegó a Barcelona, pero el comité regional de la CNT le prohibió combatir más y la dedicó a llevar ropa quincenalmente a los milicianos del frente.
.....