Asociación Republicana Irunesa
"Nicolás Guerendiain"
Defensa de los valores republicanos y la recuperación de la memoria histórica

Relato ganador. (16 a 25 años). Autora: Idoia Navarro Rebollo

Un proyecto para niños

Cartel del concurso literario

- Entonces tú serás el rey.

La profesora está repartiendo los personajes para el proyecto escolar. Es la semana del país y vamos a hacer un festival que durará seis días en los que cada cual tomará el personaje que le corresponda y se limitará a cumplir su función, mientras los profesores controlarán todo desde fuera..

Yo, Ayesha, con mis 9 años, un año menos que la mayoría de los de mi clase, voy a ser la princesa, hija del rey, Havi.

No entiendo muy bien por qué tenemos que hacer todo esto. Es decir, Havi lo iba a controlar todo durante una semana. Él va a decidir qué comeremos el resto, quién hará el qué, e incluso quién seguirá en el proyecto y quién no. La señorita Guilia dice que el objetivo es hacer una representación de nuestro país para que entendamos cómo funciona.

Vivo en Malïan, un país poco conocido, controlado por el primero que pille poder, según dice mi madre. A esto se le llama monar…Monarquía, lo estudiamos la semana pasada en clase. Tenemos un rey, y él manda en todo. ¿Por qué? No lo sé. Siempre ha sido así; él dice que tenemos qué estudiar, qué comer, qué pensar, qué creer…Lo controla todo. Mi madre no está de acuerdo con eso, pero no debo decírselo a nadie en la calle. Dice que no lo entiendo, que soy muy pequeña, que calle y coma. Pero yo creo que sí que lo entiendo. A mí no me gusta que ella me haga comer las verduras, y creo que es lo mismo. Así que no sé porqué no hace nada. Yo me niego a comer y como galletas cuando ella se va de la cocina.

En el colegio estudiamos de todo. Hay cosas que me gustan más y que me gustan menos. Tenemos, por ejemplo, matemáticas, ciencias…Esas no me gustan, los números son feos. Pero luego esta la literatura. Ahí leemos libros. Me gusta mucho leer libros, y los profesores que dan literatura van cambiando, así que si alguno me cae mal, no importa demasiado. Por alguna razón, de vez en cuando, esos profesores desaparecen y a la semana próxima viene uno nuevo.

El último libro que empecé a leer no pude terminarlo, porque se lo llevó el señor Alvin, y no ha vuelto al colegio. Era un libro en el que hablaban de una especie de monarquía en la que al rey lo elegía la gente, así todos tenían a quien más les gustaba.

Luego hay otro profesor, el señor Piper, el de Akania. Akania es como se llama la clase que dedicamos a rezar y aprender sobre nuestro dios, Akan. Mi madre me ha prohibido que diga nada, pero yo no creo en él. Me da miedo que Akan me castigue por decirlo, pero es que no me creo que haya un señor que controle todo.

La semana empieza y yo no sé muy bien qué pinto aquí. Soy princesa, no tengo nada que hacer. Me hubiera gustado más ser alguien importante como Jesse, que es reina. Yo, como princesa, me siento en mi trono y no hago nada más. Es raro ver a todos los de clase haciéndome reverencias, muchos son amigos míos. Havi, sin embargo, parece que se divierte. Hoy ha decidido que todos van a comer espinacas y nosotros bolitas de patata, porque somos mejores. ¿Por qué le dejan las profesoras hacer eso? Me alegro de ser princesa porque tengo patatas, pero no me siento bien viendo al resto comer espinacas, porque sé lo mal que saben.

Luego, por la tarde, tienen que ir todos al patio del colegio y adornar la carpa que han montado, ese es “nuestro castillo”. Nosotros, mientras tanto, iremos a la piscina.

- ¿Qué tal el primer día de proyecto, Ayesha? – Mi madre parece muy entusiasmada cuando llego a casa hoy.

- Bien, mamá. Soy princesa.

Se le ilumina la cara con una sonrisa de alegría- ¡Qué honor! Yo también fui princesa con tu edad. Tienes que disfrutarlo, es más divertido que ser plebeyo.

- Supongo, pero no me gusta este proyecto- digo bajando la cabeza por miedo a su reacción.

- Es una costumbre y es obligatorio. Lo hacen en todos los colegios del país.

- Pero no me gusta, no quiero volver mañana.

- Ayesha, vas a ir a clase mañana y serás princesa, ¿Está claro?

- Sí mamá…- Contesto de mala gana.

Ya en la cama, le doy vueltas a todo. No quiero ver a mis amigos hacerme reverencias, me gusta que seamos iguales, que juguemos juntos con la pelota, no que me miren con cara rara y no me hablen. Casi parece que estén enfadados conmigo.

Hoy he vuelto a clase. Nada más entrar, Havi está gritando a Tom, un chico gordito de clase que hace de guardia.

- ¡Eres un inútil! ¡Ordené que a esta sala de rezar solo entráramos los de mi familia! ¿Cómo ha entrado ese plebeyo?

- Havi di-digo majestad -Tom es bastante nervioso- yo, no quería que entrara, pero me dijo que solo iba a rezar un ratito.

- ¡Me da igual! –Havi, realmente se lo toma en serio- ¡Señorita Guilia!

La profesora entra en la carpa con prisa y extrañada, pensando que había alguna pelea.

-¿Sí?

- Tom está fuera.

- De acuerdo. Tom, no hace falta que vengas el resto de la semana, has quedado fuera del proyecto.

Eso ha hecho que estalle. ¿Por qué tiene que marcharse? No ha hecho nada malo, es solo una sala para rezar, no importa quién haya estado.

- Señorita no entiendo por qué tiene que irse.

La señorita Guilia me sonríe intentando parecer amable – Verás Ayesha, Havi, como rey puede decidir quién queda fuera del proyecto. Este proyecto es como la vida, tienes que cumplir las órdenes del rey para seguir jugando. ¿Comprendes?

- No. No es justo.

- Havi es rey, él decide lo que es justo, ahora vete con Jesse y no rechistes más.

Al día siguiente, Havi no ha venido. Por lo visto está enfermo. El director me ha dicho que aunque esto no pasa mucho, tengo que elegir a alguien para que sea rey, y ser yo la reina.

De repente, todo ha cambiado, todos los chicos me están regalando flores y cartas que no leo. Todas las chicas me están haciendo la pelota. Odio esto más que lo anterior. Estamos en la sala principal y todo el mundo me está agobiando, hasta que decido gritar.

- ¡Dejadme en paz!

Se crea el silencio y todo el mundo calla, para que yo hable.

- Estáis todos peloteándome para ser alguien importante, para comer bolas de patata, para poder entrar a la sala de rezo especial. No me gusta eso. No. ¿Cuántos queréis que yo controle esto?

Todos se miran unos a otros, incluidos los profesores, que no se atreven a hacerme callar. Y justo después de unos segundos, todos levantan las manos.

- De verdad, si no queréis, no levantéis las manos, no os echaré ni nada.

Daan, el chico más tímido de clase baja la mano.

- Daan, ¿Por qué no quieres que sea yo la reina?

- Es difícil de explicar. Me caes bien, pero quiero ser yo quien coma bolitas de patata.

- ¿Y por qué no todos? No quiero que trabajéis para mí, quiero que elijáis a quien queréis como rey del proyecto. No quiero veros comer espinacas, ni comerlas yo, quiero comida buena para todos. Quiero que cada uno rece cuando quiera y donde quiera, y si no quiere que no lo haga. Quiero que seamos todos iguales, sin que nadie sea más que otro. Quiero que juguemos juntos sin que me miréis mal, o me tengáis miedo. Quiero poder elegir si quiero ser reina o no, poder dejar que otros lo sean, que tanto chicas como chicos podamos ser lo que queramos y decir y pensar lo que nos dé la gana.

Se arma un bullicio enorme en la carpa y todos mis compañeros empiezan a gritar, creo que en el fondo no entienden lo que quiero decir.

Entonces, el señor director se acerca a mí y me manda callar, dándonos a todos el resto del día libre, y cancelando el proyecto.

Nunca más hablamos de aquel proyecto, a pesar de que todos mis compañeros están de acuerdo con lo que dije. No puedo ser la única que piensa así, no puedo ser la única niña de nueve años que quiere que todos sus compañeros la traten de igual a igual, y que quiere poder elegir si quiere comer espinacas o bolitas de patata.

Idonare